La necesidad y el miedo

Miedo a perderte,
necesidad de tenerte;
le dijo el avaro al oro,
le dijo Narciso al espejo,
le dijo el Rey a su trono.

Miedo a perderte,
necesidad de tenerte;
le dijo la estrella al cielo,
le dijo Dios a la fe,
le dijo la envidia a su anhelo.

Miedo a perderte,
necesidad de tenerte;
le dijo la vanidad al halago,
le dijo el héroe al coraje,
le dijo la rana al lago.

Miedo a perderte,
necesidad de tenerte;
le dijo el amante a su amada,
le dijo la libertad a sus alas,
le dijo el tirano a su espada.

Miedo a perderte,
necesidad de tenerte;
le dijo la tartana al freno,
le dijo el infante a su moco,
le dijo la diva a su estreno.

Miedo a perderte,
necesidad de tenerte;
le dijo el creído a la mentira,
le dijo el parásito a su huésped,
le dijo el odio a la ira.

Miedo a perderte,
necesidad de tenerte;
le dijo el líder a su escaño,
le dijo el mono al plátano,
le dijo el pene al tamaño.

Miedo a perderte,
necesidad de tenerte;
le dijo el patriota a la tierra,
le dijo la lujuria al orgasmo,
le dijo el fusil a la guerra.

Retraído por el temo,
impulsado por el quiero;
así camino o me abandono.
¿Desatarse o ceder al recelo?
Esa duda me cuestiono.

El club de los espejos cóncavos

Hoy he conocido el club de los espejos cóncavos;
de los flacos que se ven gordos.
De los vulgares que se creen doctos.
De los cuadrados que se muestran redondos.
De los frágiles que van de rocosos.

Hoy siento pena por el club de los espejos cóncavos;
por sus caretas de ángel con piel de demonio.
Por sus sonrisas que tapan colmillos de lobo.
Por sus voluntades prendidas en el fulgor del oro.
Por sus comadreos que reducen la nada al todo.

Hoy me protejo del club de los espejos cóncavos.
Contra tanto humo que me ciega los ojos.
Contra tanto adorno que me roba el decoro.
Contra tanto jabón que me hace ser bobo.
Contra el que confunde “mucho” por “meritorio”

Sin literatura

Me pongo del lado de los hacedores.
Me alío con quien confía en sí mismo y es por ello admirablemente generoso.
Me rindo ante la persona de acción que desdeña el enredo del verbo.
Adoro al que no confunde regalo por préstamo.
Creo en quien ofrece su mano sin precios, ni intereses.
Me entristece…
quien amaga su impotencia con gesto arrogante,
quien se aúpa en los zancos del recelo para semejar más alto,
quien se instala en la envidia amarilla impostando frío desaire.
Un gesto antes que mil palabras.
Un «ya voy» antes que un «digo».
Firme voluntad antes que tramposa cháchara.
A la acción se pasa sin literatura.

Un miligramo de pasión

Que no me quites la pasión que es mía.
Si soy feliz, si camino, si respiro es por ella.
Que no me robes la pasión que sin ella estoy perdido.
Una gota de agua en la hoguera soy sin ella.
La llama de una vela en la tempestad soy si no la tengo.
Que no me arrebates el impulso que me siento falso,
déjame pecar de natural como un niño cuando enreda.
Deja que el azar sea mi estrella.
Deja que mi suerte no entienda de planes.
Déjame ser incorrecto, ilegal e imperfecto.
No quiero medir mis palabras y quiero que mis gestos sean infinitos.
Que no me quites la pasión que es sólo mía
y de los que la comparten y la multiplican.
Que no calmes mi ardor que, si no, no soy capaz de inventar.
Que no castigues mi ímpetu que sin él no conozco la libertad.
Que no me sujetes con la forma y me apartes del gesto.
No quiero moderación; quiero sinceridad.
No quiero mesura; quiero transparencia.
Que no me cambies la viva pasión por el manso silencio
Que no me corrijas el tono y me hagas arrodillar
Que no me quites lo que me mantiene en pie y me define.
Para bien y para mal soy pasional como el artista, el chiquillo o el inventor
y no soy frío como el receloso, el sumiso o el miserable.
Para bien y para mal soy así;
cambio un kilo de mesura por un miligramo de furor.

Se visten de magos

Juegos de manos para camuflar el truco;
trampas vestidas de magia.
Cartas replicándose sobre el tablero;
estudiada fórmula bajo el tapete.
Conejos en la chistera;
boquetes en la mesa.
Varillas mágicas;
palos de avellano.
Vedette troceada;
equilibrio de espejos.
Ilusión;
sucia treta.
Fantasía;
triste complot.
Magia;
oculta estafa.
Nos dicen te quiero y nos hunden un hierro.
Nos dan un beso y nos queman a fuego.
Con un ojo seducen y con otro abandonan.
Delante remueven;
detrás nos entregan.
El mal nos distrae para confundirnos.
Nos venden humo;
juegan al despiste.
Gesticulan;
cuando de la dignidad se burlan.
Inventan cabriolas a la par que nos roban.
Hacen chistes por un lado y por otro esclavizan.
Abracadabra.
Nos agitan por allí y nos acobardan por allá.
El poder nos confunde,
nos lía,
nos enreda.
Se visten de magos y desnudos nos dejan.

El burdel de Europa

ImageHay que apretarse el cinturón ¿Qué tiene que ver Eurovegas o Barcelona Word con eso? ¿No quedábamos en que no había dinero? ¿No habíamos resuelto que esta crisis la pagaríamos los menos favorecidos destruyendo paulatinamente el estado de bienestar? ¿No nos estábamos apretando los cinturones hasta ponernos cinturita de avispa? Sí, es dinero privado ¿Y qué? ¿No tenemos a los políticos de “nuestro” país para decir a los especuladores que el dinero lo necesitamos para generar empleo ahora y no a diez años vista? Cada vez más, el sur, y en concreto España, se está convirtiendo en el parque temático del norte de Europa. Ya no producimos NADA porque los emprendedores, los curiosos, los inventores de ideas, se nos van a otras latitudes en busca de futuro, ante la indolencia de nuestros gobernadores que ven en eso la oportunidad de esclavizar más y más a su pueblo: una tierra sin una voz rebelde es una tierra expuesta al vasallaje, a la tiranía del poderoso que agacha a cuantos le rodean con el látigo del miedo. Ya no producimos nada, somos los monos de feria de los que controlan el mundo; hagamos cabriolas y que nos echen sus migajas y nos rescaten del abismo de lo incierto para lanzarnos al abismo de la deuda. Ven a España a hacer lo que no haces en tu país. Ven a España a romper las normas, se podrá fumar, beber y jugar sin límites. Ven a España, hay putas por doquier y muy baratas. Ven a España; como son tontos porque desprecian su educación, como son estúpidos porque aniquilan la cultura, como no se quieren porque desprecian a sus mayores, sus enfermos, sus hijos, sus intelectuales y sus discapacitados… como son tan fáciles… fácilmente serán nuestro arrabal. Nada inventan porque sus políticos se han encargado de exterminar al inquieto, nada crean porque sus gobernantes les han robado la felicidad, nada producen porque los “honestos defensores” de sus intereses les han traicionado cruelmente. Los que deberían haber hecho algo por la comunidad, lo han hecho por beneficio propio ¡Traidores!

Emperadores de un charco

ImageLes dan un charco y se creen reyes del océano. Te meten el dedo en el ojo y lloran porque les has roto la uña. Adornan con arrogancia, y con el halo del que todo lo puede, su patente mediocridad. Se sienten eternos y para sustentar tal estupidez tachan de efímeros a los que despuntan, regalan indiferencia a los que resplandecen y perdonan la vida a los que les inclinan la cabeza. Hablan y se escuchan la voz. Cuando se dirigen a ti les cuesta mirarte a los ojos, como si estos fueran una ventana abierta a sus secretos, y miran nerviosamente, a derecha y a izquierda,  por si aparece alguno de sus muchos enemigos. Sólo se mueven si les salpica la sangre y si les pides ayuda te dicen que te busques la vida y coartan su desprecio con el manido lema de la equidad “si te doy a ti tengo que darle al otro” Sonríen  mecánicamente y conocen los maravillosos efectos de una buena dosis de hipocresía justo a tiempo. Te dicen “me gusta” cuando quieren decir “no me doy por aludido” y aunque “les guste”, hacer, nunca van a hacer nada. Salen de la nada y se aposentan para vivir del cuento y de los miedos del personal y del bolsillo del que deberían defender y acaban censurando a ultranza. Si hablas te vetan, si quieres crecer te intentan empequeñecer y si hay un pan y dos bocas, la tuya y otra, se lo dan al otro que es más amigo. Van en manada y se abren camino con los ojos que miran por encima del hombro; tienen un charco y se creen emperadores del gran azul. Sólo les encorva dos cosas: la fe ciega hacia su líder al que deben pleitesía eterna por haberlos puesto donde están y la duda de si sus nuevos amigos lo son por afinidad afectiva o por el ruido del oro.

Esclavo de las palabras

Las palabras por si solas no quieren decir nada significativo. Puedes escribir “te amo” con todo el odio del mundo. Los sentimientos y las intenciones que impulsan a las palabras pronunciadas son el verdadero hilo de Ariadna para escapar del laberinto de la paradoja. Bajo la premisa del culto ciego a las palabras no nos importaría que nos odiasen a muerte mientras no lo pronunciaran o no le daríamos importancia al amor mientras no nos lo declararan a puño y letra.

Por un lado están las palabras y por otro el sentido de las mismas: no es lo mismo “estar” en duelo que “tener” un duelo; aunque, en el Oso de Chéjov ambas cosas se entremezclan. La paz escrita es más corta que la guerra; pero, si la grabo sobre el fondo blanco de un folio, con todo el amor del mundo, la palabra toma vida y se hace poderosamente interminable.
Puedo decir “eres un hijo de puta” y dependiendo de la susceptibilidad del receptor o los intereses del emisor se puede entender como un insulto o como un halago; así pues, si quieres que alguien te ame que lo selle con sus gestos y no con palabras que, pretendiendo pronunciarse como aval del sentimiento, lo hacen a uno esclavo del interés, o, pretendiendo decirse como punta de flecha del poder manipulador, acaban golpeándote como un boomerang.
Gestos y no palabras: las palabras se las lleva el viento o se borran del papel con las lágrimas, las babas o el sudor de las manos.
Gestos y no palabras: las palabras son imágenes especulares del la verdad del sentimiento; pero, no son transparentes. Las palabras se pueden medir, pues son finitas, los gestos en cambio son infinitos y definen al ser humano como un animal poderosamente pasional e impulsivo.
Uno no es esclavo de sus palabras y dueño de su silencio; al menos, Shakespeare no predica con el ejemplo a tenor de su obra dramática. Uno es esclavo de las palabras, eso sí, y dueño de sus gestos.
Y ahora finalizo este escrito: porque, tengo muchas cosas que hacer…

¡Bravo, ETNOESCENA!

Con los músculos agotados, la garganta seca por falta de aliento; pero, con la felicidad de corroborar que ha nacido ETNOESCENA aprovechamos la pequeña tregua que nos da un día de fiesta para lanzar unas valoraciones necesarias como el agua de mayo.
Queremos encabezar, muy premeditadamente, esta carta destacando la magnífica aportación de los artistas participantes, la enorme calidad de todas las propuestas, el colorido abanico de espectáculos; ecléctico en cuanto a sugerencias y, a la vez, común en cuanto a ofrecimiento intercultural. Sin los artistas nada hubiera sido posible y si, ahora, Etnoescena ya suena es debido a ellos, a su esfuerzo, a su talento, a su solidaridad y a su confianza en el proyecto; a pesar, de las evidentes deficiencias técnicas y económicas… por encima de todo han demostrado una profunda profesionalidad y han sacado a relucir la materia de la que están hechos los artistas… una mezcla de sacrificio, coraje y deseo. Por eso, Carro de Baco, para recordarlo en la memoria, graba en el emblema de Etnoescena todos los nombres de los artistas que hicieron posible la comunión escénica: Cumaes, Berna Jazz, Encuentros, Dulce Duca, Roser Ferrer-Morató, Efrem García i Salinas, Ponten Pie, Romaní Chavé, Ricard Alonso, Escena Miriñaque, Des Garbo, Luis de Arquer, Miguel Molina, Electronikboy i Electroputas. Si demostraron estar a las duras, con todas las adversidades, cuando lleguen las maduras las puertas estarán abiertas de par en par para ellos.

Una dedicatoria muy especial la dirigimos a nuestros fantásticos alumnos, el futuro de las artes escénicas colomenses, que fueron el motor del festival. Siempre allí: como público o como artistas, disfrutando y haciendo disfrutar. Con vosotros la ciudad ya tiene una deuda; porque, habéis llegado más lejos con vuestros actos que las mil palabras que se puedan espetar en decenas de discursos. Vosotros, junto a las centenares de personas que se movieron cada día por el Sagarra, habéis hecho cultura, no desde los despachos, si no, desde el epicentro mismo, agitados por la curiosidad, la ilusión y las ganas de descubrir que Santa Coloma puede ofrecer una imagen positiva y constructiva, muy diferente a lo que todavía revuela en la mente de todos: explosiones de gas, paro, pobreza y robos Pretorianos. De nuevo un aplauso a los alumnos de la escuela de teatro de Carro de Baco y a los nuevos alumnos con discapacidad intelectual de Superarte que, por cierto, hicieron su primera actuación en público.
Otro capítulo a parte es la escasez de medios técnicos que aportó el Teatro Sagarra, no sabemos por qué, y que, a pesar de ser un equipamiento de lujo, no tiene la cantidad adecuada de personal poniendo en serio peligro los actos culturales de la ciudad ¿Cómo se puede conducir un teatro, con dos salas, si no se cumplen ni los servicios mínimos? ¿Qué puede hacer un solo técnico en un festival intensivo de una semana que llega a consumir hasta dieciocho horas al día? Es para reflexionar y ser muy críticos con esta situación; porque, el teatro parece un barco a la deriva y nadie hace nada por rescatarlo ¡Santo cielo, que alguien haga algo, ya!
Por último, un tirón de orejas a la indiferencia Municipal que ni vino al evento, ni se interesó antes, durante y después de su celebración. Queremos que sepan que la cultura no sólo es la que ellos deciden o la que les proporciona una buena foto para confundir al personal y lanzar ideas engañosas de cuanto aman al pueblo. Etnoescena no es idea de ellos, ni tiene color político; pero, arrastra a gente, promueve la interculturalidad y genera marca; por tanto, es un bien común al que los responsables municipales deberían mostrar afecto; el desdén o la desidia es impropio de los que dicen velar por el bien de la ciudad. Les recordamos que Etnoescena es a coste cero, Carro de Baco se ha encargado de diseñar un festival capaz de campear la crisis a través del patrocinio privado y con el apoyo y la confianza de las compañías participantes ¿Un festival que ha movido quince espectáculos de varios países, de todas las disciplinas, centenares de espectadores y a coste cero, no merece un signo de agradecimiento desde arriba? Quizá, el mejor agradecimiento sería que cuando hubieran medios económicos, Etnoescena, que fue sensible en la época de vacas flacas, pudiera disponer de más recursos; aunque, todavía estamos esperando contestación al correo electrónico de invitación personal que enviamos a la alcaldesa… quizá no lo leyó o quizá no le motivaba lo suficiente la propuesta… no podemos saberlo; porque, de momento sólo hay silencio y vacío. Agradecemos, eso sí, a la Regidora de Cultura por su asistencia al espectáculo de Clausura, con Miguel Molina, aunque, más parecía un gesto aislado y puntual motivado por su amor a la poesía que un acto de apoyo consistorial a este evento intercultural; no obstante, le agradecemos su gesto.
Dicho esto volvemos a la nota positiva del inicio de esta misiva reiterando nuestras felicitaciones a los magníficos artistas que poblaron el festival, a los alumnos de Carro de Baco, al público asistente, al personal (aunque mínimo) del teatro Sagarra, al Poto por su aportación en el bar y en las fiestas de la noche y lanzamos al aire un grito de optimismo ¡Bravo, Etnoescena! ¡Adelante Etnoescena!

La Vanguardia
Ajuntament de Santa Coloma de Gramenet
Tot Gramenet
La pistola de Einstein
Santakomola
20minutos
Noticias.com
Area Badalona

JUICIO Y PREJUICIO -Pieza radiofónica de corte Marxista-

(Dos Individuos; si se les puede considerar así)
Uno
Hola señor juez.
Dos
Usted dirá.
Uno
Acuso a su hija de zoofilia.
Dos
Pero si mi hija es de Granada.
Uno
Es un pedazo de zoófila; se desnudó ante mis ojos y se me puso la piel de gallina.
Dos
¿De veras? ¿Y ha conseguido poner un huevo o dos?
Uno
¿Y a usted que huevos le importa?
Dos
Por la yema de mis dedos que usted no se aclara.
Uno
Se quitó la ropa y se agitó ante mí con alevosía e insinuación.
Dos
Si fuera una gaseosa habría salido disparada.
Uno
Pero, señor juez ¿Cómo se atreve a comparar a su hija con una gaseosa? Con lo buena que está.
Dos
¿Así que ya la ha probado?
Uno
Todos los días, cuando ceno, lo suelo hacer… acompañado de una gaseosa.
Dos
Y yo acompañado de mi esposa.
Uno
Yo también.
Dos
¿También con mi esposa?
Uno
No, también con la suya.
Dos
¿La mía?
Uno
Más bien… chupaba.
Dos
¡Ah! Había entendido otra cosa.
Uno
Es usted incorregible. Si le digo que es un estúpido acabará creyendo que le he dicho estúpido.
Dos
Me pasa a menudo: la gente habla conmigo y yo entiendo otra cosa diferente a lo que se me insinúa. Por ejemplo, el otro día un tipo me dijo imbécil y yo, por un momento, pensé que me estaba llamando imbécil.
Uno
¡Será usted imbécil!
Dos
¡Lo ve! Ahora he creído oír que usted me ha llamado imbécil; cosa que, seguramente, es fruto de mi imaginación.
Uno
¡Hijo de fruta! Ustedes los jueces son un poquito susceptibles.
Dos
¿Cómo ha llegado a esa conclusión tan a la ligera?
Uno
Lo leí en el tratado de jueces susceptibles para jueces susceptibles (Saca un mini libro de bolsillo)
Dos
Llevaba años buscándolo y no daba con él ¿Qué dice la página cuarenta y cinco?
Uno
Dice que: todo juez susceptible es susceptible por naturaleza y porque el mundo lo impulsó a la susceptibilidad.
Dos
Cuanta razón tiene ¿Y la pagina diez? ¿En el capítulo dedicado a la susceptibilidad innata de los jueces menores de veinte años? ¿Qué dice?
Uno
Dice que: todo juez susceptible menor de veinte años es susceptible por naturaleza y porque el mundo lo impulsó a la susceptibilidad a pesar de su corta edad. Mientras sólo tenga corta… la edad.
Dos
Cuánta sabiduría desprende el tratado de susceptibilidad para jueces susceptibles. Le vendo el libro.
Uno
¿Por cuánto?
Dos
Veinticinco euros.
Uno
Un poco caro; no le doy más de treinta.
Dos
Cuarenta y cinco euros; ni uno más ni uno menos.
Uno
Le doy cincuenta y le regalo la vuelta.
Dos
Ni hablar; le acepto los cincuenta y ya me dará la vuelta cuando pueda.
Uno
Trato hecho (intercambian libro por dinero)
Dos
¡Adiós! Recuerdos a mi esposa.
Uno
Serán dados… de los del parchís.
(Se retiran)

Otra vez El método Baco

La nave espacial brincaba entre las estrellas descubriendo, con sus cinco tentáculos, cada uno de los planetas de la galaxia – eso imaginaba el niño –
La diminuta mano de un infante recorría todas las pequeñas rocas de la playa -eso veía el adulto-

Te falta técnica –eso le dijeron a una alumna cuando quiso probar suerte en las pruebas de acceso de una escuela superior de teatro- Tenía que representar a una mujer a punto de romper con la persona que amaba; como si esos momentos de desazón pudieran prefabricarse técnicamente. Digamos que uno, en esa situación, tiene más dolor que técnica. Digamos que ante la muerte del amor no hay compostura, ni gesto controlado, ni milimétrico movimiento que haga espontáneo el dolor. Que una escuela, que enseña técnica, no te acepte por falta de técnica es una solemne estupidez; pero, este paradójico rechazo, no es, siquiera, una crítica constructiva en el proceso formativo del actor. Mejor que falte técnica a que el dolor se ausente.
Que a partir de ahora se interprete esta tesis con prudencia y sentido común ¿A quién le importa la técnica? La técnica es la careta de la emoción, un burladero mezquino que aleja al personaje de su conflicto. Todo el mundo sabe beber de un vaso, no necesita técnica ninguna para aprender a hacerlo. Todo humano tiembla, más o menos, si siente la humedad de unos labios en su piel. No sirve de mucho la técnica; la cuestión es cómo retomar ese estado de espontaneidad, propio del ser humano, sin sentir la presión de no defraudar al espectador ¿Cómo? Autorizándose.
Existe un método para el aprendizaje musical denominado Suzuki que argumenta, a grandes rasgos, que si un niño es capaz de aprender la complejidad de un idioma cuando empieza a hablar, no le sería difícil tocar un violín; como si la habilidad musical no fuera estrictamente genética. El niño es como una especie de esponja que no le tiene miedo a nada. Constantemente se está autorizando para descubrir y aprender; sin técnica, con la simple inquietud de conocer. Eso es “el método Baco” una desmitificación de los grandes dogmas teatrales, una forma de no apelar demasiado a la técnica y una regresión a un estado infantil donde ninguna voz pueda decir qué cosa es correcta y cual otra incorrecta. Cuando un bebé llora para reclamar a su madre ejerce el poder del teatro ¿Quién le enseñó esa depurada técnica? La madre cae en su trampa y le da el pecho. El bebé sabe que llorando logrará conmover a su madre para conquistar sus objetivos. Eso es teatro, eso es interpretar: quiero algo e intento conseguirlo. El bebé conoce sus potenciales y sabe al dedillo las reacciones de la madre; sabe que la tiene atrapada en su puño. Cuando aprieta la necesidad, en forma de hambre, el bebé arranca unas lágrimas y el pezón de su madre acaba en su boca ¿Qué técnica hace estirar el labio de la criatura? Una necesidad meridiana y la autorización para inventar una artimaña que le ayudará a satisfacer sus deseos. El actor se debe instruir en la confianza, en la superación de los miedos, en la autorización y debe aceptar el riesgo como una espada de Damocles a punto de golpear si no avanza con valentía.
Existen unas cuevas que recuerdan a las cavidades del averno. En alguna parte hay un precipicio de unos treinta metros de caída libre. Un hueco abismal en el suelo que da vértigo sólo de mirar; quizá, un modelo para entender “el método Baco” o guía para la actuación transparente que, desde Carro de Baco, hemos enseñado por varios puntos del mapa ¿Qué pasaría si le dijera a un alumno que se lanzara al vacío del precipicio? ¿Sería una especie de incitador al suicidio? Sé algo que tú no sabes y te lo puedo decir: ¡Lánzate! ¡Lánzate sin temor! Tu mente te traiciona, te hace ver un precipicio donde no lo hay. El miedo se ha instalado en ti y te niega el salto para que no progreses. El miedo funciona así: te congela para que no des el salto de gracia; si saltas el miedo desaparece y por esa razón, el miedo, se protege de su propia muerte generando más miedo. El miedo tiene miedo de morir ¡Salta! ¡Gana el pulso! ¡Lánzate! Y cuando saltas al vacío el precipicio desaparece. Lo que antes era un precipicio ahora es un charco cristalino de unos veinte centímetros de profundidad que vivía emulando un abismo con el reflejo del techo en su superficie. El precipicio era la forma con la que el miedo revestía un inofensivo charco ¿A eso le teníamos miedo? ¿A un charco? No hay técnica en el mundo que te enseñe a saltar al vacío. La confianza en ti, en tus compañeros, en tu director, el desarrollo de tus instintos, de tus sentidos, de tus emociones, la recuperación del niño que reclama el abrigo materno… todas esas cosas te regalarán un momento de luz, una chispa de heroísmo que te permitirá saltar al vacío. Si te encuentras con un precipicio es posible que te descoyuntes; pero… ¿Y si no es un precipicio? ¿Y si fuera un inofensivo charco cristalino de veinte centímetros de profundidad? Salta y comprueba que la mejor técnica es la de entender que la técnica no tiene por qué ser la mejor compañera de tu aventura escénica.
Carro de Baco lleva más de doce años creando con actores discapacitados intelectuales y, todos ellos, son actores con escasa técnica. Esta experiencia nos autoriza a decir bien alto: no se trata de “hacerlo bien”, se trata de “hacerlo”. No se trata de “ser perfectos” se trata de ”ser”, la perfección es menos atractiva artísticamente que la imperfección. El actor discapacitado intelectual, si tiene alas y espacio, chapotea en un cálido charco donde los otros ven precipicios. Discapacitados intelectuales de diversos tipos han pasado por la batuta de Carro de Baco y han moldeado el método Baco. Todos, tarde o temprano, encuentran su lugar y su momento. Nos entregan hasta sus entrañas y se convierten en nuestros héroes.
En efecto el método Baco es una propuesta para instruir al actor y la pregunta es justamente la que te estás haciendo ¿Es posible que un puñado de discapacitados intelectuales sean el ejemplo para ilustrar un método de interpretación de actores?

Doña Vela y Don Barco

La vela, hacía tiempo que había decidido abandonar al barco. Creía, la vela, no sin razón, que el barco iba a la deriva, sin rumbo claro y sin tierra en el horizonte. El navío se tambaleaba torpemente sobre las olas de un mar bravo y apenas conseguía enderezarse. Las olas lo agitaban y a cada embestida lo despedazaban con la misma facilidad que un niño trocea un juguete. No era empresa inteligente seguir a bordo del suicidio y todas las telas de la vela se confabulaban, cada minuto más, contra el barco con el que habían compartido años y aventuras y al que ya no querían pertenecer. La vela fantaseaba con pilotar su propia nave; incluso, le acosaba un sueño repetido que le hacía creer que hubo un tiempo en que navegaba sola y libre; pero, había aceptado lo poco que le satisfacía aquel montón de madera al que estaba atada; porque, cuanto menos, podía alardear de la superioridad que le confería tirar de una fragata defectuosa. La vela se sentía diferente, era diferente, y eso la mantenía muy en alto, acaparando todo el viento del mundo. Se decía a sí misma: “No soy una más, soy la vela y puedo enmendar el mástil, dirigir el timón, empujar la quilla o erizar el trinquete con la fuerza de un Titán”  El barco, a su vez, le restaba méritos al velamen y empequeñecía su valía hasta el punto de desear, a veces, su fracaso. Decidió la vela que ya bastaba de ser el motor del barco y que ya era suficiente eso de darlo todo para recibir muy poco a cambio. Se preguntaron, cada uno de los trapos que ondeaban a golpe de aire,  si ellos por sí solos podrían llegar a buen puerto; en vista de que, el barco al que pertenecían no tomaba rumbo y más parecía que tirara para atrás: como recula un caballo al borde de un precipicio “¡Qué lejos llegaríamos sin estos tarugos de madera! ¿Por qué le llaman barco al barco y no le llaman vela? ¿Por qué no nombran a las cosas por su nombre y se honra al mérito y se ponen los puntos sobre las íes?” Tanto se convenció, la vela, de lo esclava que se sentía del barco, que desgarró sus telas para separarse del palo mayor, liberó los aparejos, desanudó las jarcias y se deshizo de las vergas que la mantenían cautiva. Como se despega una pegatina de su soporte o como se desprende una cáscara de su fruto o como se desliga un botón del ojal que lo aprisiona; así, se separó la vela de su barco; así, se segregó el barco de su vela. Un fuerte viento levantó hacia las nubes, y más allá, el velamen, agitándolo con vehemencia y propulsándolo hacia el cielo con la fuerza de un cohete. En pocos segundos no quedó ni rastro de la vela que se perdió en el espacio, absorbida por el firmamento, con el barco como testigo peleando para no ser engullido por el agua. La vela pensó, mientras se desintegraba en la estratosfera: “No era el barco mi enemigo; más bien, avanzábamos juntos: era el mar que con su bravura nos hacía difícil navegar” El barco pensó, mientras sólo le quedaba medio mástil para conocer lo que era estar hundido entero: “No era la vela lo que no supe elegir; sino, el océano donde debía navegar”

Un barco sin vela es medio barco y una vela sin barco más parece una cometa.

AULA


Has crecido y sigues creciendo todavía.
Aún tus lomos de madera se pringan con gotas de chocolate y charcos de agua,
por las manos infantiles e inquietas de quienes han puesto en su vida la mueca de la comedia y el drama.
Has crecido aula mía, aula nuestra, aula vuestra.
Albergas, en tus laberínticas paredes, almas alborotadoras, alientos hambrientos de novedad, voluntades retraídas con deseos de rasgarse el manto, ánimos ávidos dispuestos a absorber fantasía al estilo de las esponjas.
Aula de amor, aula que atraes como la miel, aula necesaria… eres pan, aire y agua.
Naciste de improviso, como la creatividad misma, forzada, sin premeditación,
impregnada de la esperanza de una balsa en medio de un maremoto… El maremoto mermó y la balsa se mantuvo a flote para convertirse en galeón.
Aula que escupes ilusión y teatro por cada uno de tus surcos,
aula de cara chica y de enormes entrañas.
Aula de horizontes inescrutados, infinito océano de sorpresas y futuro esperanzador.
Cerca de doscientos rostros siembran tus dependencias,
doscientos gestos que atravesaron tus fronteras para volver a jugar como cuando chiquillos.

Pedro y Heidi

¿Quién es el pirata en Somalia?

Nuestros soldados van camino del cuerno de África para llevar alimentos a los niños que se mueren de hambre por la sequía y, de pasada, para defender a los pesqueros españoles de los piratas somalíes. Pero… ¿Qué hacen los pesqueros españoles en el cuerno de África? ¿Es que no tenemos costas en España para pescar aquí? ¿Acaso ya no tenemos suficientes atunes como para abastecer los intereses de las empresas pesqueras? ¿Cuánto se paga a Somalia por pescar en sus aguas? ¿Si el cuerno de África tiene tantos peces; porqué, su gente se está muriendo de hambre? Si damos uno para los niños hambrientos y quitamos cinco para nuestra voracidad capitalista ¿Dónde está la ayuda humanitaria? ¿Ayuda o cortina de humo? No os perdáis el vídeo de Juan Falque… totalmente esclarecedor.